Continúa el sufrimiento de los ahvazis de Irán: Ejecutan a otros dos activistas desaparecidos

07/Mar/2018

Global Voices

Continúa el sufrimiento de los ahvazis de Irán: Ejecutan a otros dos activistas desaparecidos

Noticas de arrestos ilegales, injustos y
hasta de muertes en prisión han estado llegando a los titulares después del
movimiento de protesta de Irán de hace algunos meses. Iniciamente, los
manifestantes protestaban contra la economía paralizada del país y el gran
aumento de precios de los productos básicos, pero el movimiento pronto se
desbordó a una crítica abierta al liderazgo de Irán.
La reciente muerte misteriosa del doctor
Kavvous Seyed Emami, académico no poíitico y activista ambiental, causó muchas
protestas. Aunque estas tragedias afectan a muchos, han estado ocurriendo
incidentes similares entre la población ahvazi árabe de Irán, que ha recibido
menos atención, durante años.
Casi diez millones de ahvazis forman la
mayor parte de la población de las provincias de Khuzestán, Bushehr, Hormozgán
y la isla Qeshm, región que llaman “Ahvaz”. A pesar de vivir en una zona que
tiene más del 95% de los recursos de petróleo y gas de Irán, los árabes ahvazis
viven en pobreza en un verdadedro sistema de apartheid. Se les considera
inferiores por su etnia, y muchos viven por debajo de la línea de pobreza, con
poco o ningún acceso al empleo, educación, salud o servicios básicos.
La comunidad ha sufrido en silencio,
perseguida por Irán desde hace casi un siglo, con ensordecedora indiferencia de
la comunidad internacional. Para empeorar el problema, está el apagón de medios
en torno a los acontecimientos en Ahvaz. La limpieza étnica es rutina, y
cientos se ven obligados a dejar sus casas sin advertencia ni compensación.
Varias personas relacionadas con trabajo
pacífico de derechos humanos a favor de los ahvazis de Irán han muerto
recientemente, como Sayed Habib Rahmani Moussawi y Mahdi Haradani, dos
disidentes árabes ahvazi que estaban en prisión y que murieron a manos de los
servicios de inteligencia de Irán.
Ahora, los funcionarios se niegan a
entregar los cuerpos de ambos hombres o siquiera decir a sus familias dónde los
enterraron. A sus familiares los están amenazando con prisión si realizan ritos
fúnebres tradicionales por sus seres queridos, de quienes se sospecha que han
muerto por torturas infligidas durante su detención.
Moussawi era activista político, cultural y
de derechos humanos, conocido y respetado en su barrio de Al-Thawra de la
capital regional, Ahvaz, por su incansable campaña por la libertad del pueblo
ahvazi. Promocionaba el árabe y educaba a la juventud acerca del rico legado
árabe de la región. Moussawi había sido arrestado antes –en 2005 y 2007– por su
activismo.
Haradani, que provenía del barrio
capitalino de Mandali y hacía un trabajo similar, desapareció en octubre de
2017. Su activismo pacífico despertó la ira de las autoridades, que prohíbe la
educación en árabe, pese a ser el idioma nativo de los puesblos indígenas
árabes de la región de Ahvaz. La ropa tradicional árabe también está prohibida.
Ambos hombres fueron capturados por la
agentes de la Guardia Revolucionaria en 2017. Durante meses, se les impidió
contactar con sus familias. Las autoridades no fueron claras sobre las
acusaciones en su contra, retuvieron información sobre su paradero, y recién
revelaron que los hombres habían sido ejecutados cuando citaron a las familias
de los activistas a Ahvaz para una reunión el 14 de febrero de 2018.
En una desgarradora llamada trelefónica, la
viuda de Sayed Rahmani Moussawi dijo a Global Voices que el tormento empezó
cuando su esposo fue secuestrado por las fuerzas del régimen a mediados de
junio de 2017, durante el Ramadán. Su familia no recibió noticias de su
arresto, pero estaban seguros de que Rahmani –padres de tres niños– fue atacado
por su trabajo de defensoría de los derechos de los ahvazi. La señora Moussawi
dijo que no saber si si esposp estaba vivo o muerto era una “agonía”:
Traducción Cita original
Lo buscamos en todas las agencias
gubernamentales pertinentes, pero no pudimos obtener ninguna información. El
jueves nos citaron los servicios de inteligencia del régimen, y nos informaron
que los habían ejecutado.
A pesar de saber que la podían atacar a
ella y sus hijos como represalia, lamentó que la cruel persecución de las
autoridades iraníes contra su esposo en los años anteriores a su muerte:
Traducción Cita original
Mi esposo era inocente —todo lo que hizo
fue dar a conocer las políticas del régimen con el fin de erradicar a los
ahvazi de nuestra tierra por todos los medios, incluido eliminar nuestro
idioma.
Al hablar, se detuvo varias veces para
recuperar la compostura pues su dolor, aún reciente, la abrumaba:
raducción Cita original
Organizaba diversas celebraciones árabes en
nuestra casa para enseñar a las personas la importancia de proteger el idioma y
la indentidad árabes. Estas actividades culturales y cívicas hicieron que
agentes del régimen lo despidieran de su trabajo en muchos sitios, y lo
pusieron en una lista negra, para que cuando solicitara empleo en muchos
rubros, el personal de contratación lde dijera: ‘Lo siento, no podemos
contratarlo por razones de seguridad’.
Esta persecución nos causó gran sufrimiento
—a veces no podíamos comprar comida para nuestros hijos o para nosotros. En el
último Ramadán, yo ayunaba. Acababa de nacer nuestro tercer hijo. Nuestros
hijos le dijeron: “Papá, papá, queremos que nos des alegría, que nos compres
dulces —prometiste que nos darías alegría y nos comprarías dulces, prometiste
que nos darías alegría’.
Todavía lo recuerdo cuando escuchó esas
palabras, le cayeron lágrimas de los ojos y dijo: ‘Claro, lo voy a hacer’.
Entonces se me acercó y me dijo: ‘¿Tenemos
comida para romper el ayuno?’
Le dije: ‘Tenemos té y pan’. Lloró mucho y
golpeó su cabeza contra la pared de frustración, luego salió diciendo que
pediría prestado dinero a un amigo y que volvería’.
Esas fueron sus últimas palabras, y la
última vez que mis hijos y yo lo vimos. Esperamos horas, días, semanas, meses,
y buscamos por todas partes, pero no hubo noticias ni encontramos rastros de
él.
También habló del momento en que supo que
su esposo había sido ejecutado durante su detención:
Traducción Cita original
No nos dijeron qué hizo, de qué lo
acusaban, dónde fue su juicio, por qué no nos dijeron nada sobre su detención,
pero es muy probable que muriera bajo tortura cuando trataban de obtener una
falsa confesión para vincularlo con algo —cuando no pudieron, los mataron, lo
encubrieron y dijeron que se ahorcó.
A la familia de Mahdi Haradani le dieron
una notificación perentoria similar de su muerte mientras estaba en custodia, y
los funcionarios de inteligencia se negaron a revelar por qué acusaciones lo
habían acusado o a entregar su cuerpo.
Casos tan terribles se
han vuelto la norma más que la excepción para los ahvazi, con activistas que
“desaparecen” rutinariamente para que sus familias descubran, meses después, de
que los habían capturado y retenido en las terribles prisiones secretas del
régimen –muertos bajo tortura o sentenciados a muerte y ejecutados rápidamente
luego de farsas de “juicio” con acusaciones falsas como “Moharebeh” (“enemistad
con Dios”). Esos “juicios” no cumplen con estándares de derecho internacional;
los llevan a cabo solamente por salvar las apariencias, al acusado se le niega
el acceso a abogados y las sentencias ya están decididas.